RECUERDOS DE ABA CON PEGATINA APORTADA POR ALVIZ

CEI Sevilla 1980-1984.

Mis recuerdos (ABA Barbero Antón):

Durante las Fiestas Patronales del Colegio San Fernando de 1981 (la Festividad de San Fernando, Patron de Sevilla, era el 30 de mayo) se organizaron dentro del propio colegio eventos varios, la mayor parte de carácter deportivo (futbol, boleivol, ping-pong, billar, dominó, …). Una noche se organizó un concurso de baile, a celebrar en el salón que hacía las veces de iglesia, el cual se adecuó con luces de colores para la ocasión. Hubo en torno a 10 participantes, entre ellos el que suscribe. Me vestí con una camisa blanca amplia, y una corbata suelta, prestadas, y bailé el entonces reciente “What you're proposing” (Que me propones), de “Status Quo”, quedando en un honroso 2º lugar, y percibiendo como premio un hermoso mechero, que aún creo conservar en algún lugar. El primer puesto fue para Merino, aquel “pequeñajo” de Aldea del Cano que bailó un tema de un modo frenético. - Hoy me sigue encantando el baile, y mi afición de los fines de semana son los Bailes de Salón (y para quien se ria conste que me lo paso de maravilla) -.

Estando ya en su 2º recuerdo que en la habitación del Fleitas (1ª habitación de la 1ª Planta) tenía un tocadiscos conectado a la megafonía de las Plantas. A un pequeño y selecto grupo – cuyos miembros no recuerdo - nos permitió que, por dias y desde su habitación, con un importante grupo de discos de vinilo que poseía (la mayor parte muy antiguos), pusieramos música todos los días durante un par de horas. Por supuesto que a veces cogiamos el micro y decíamos alguna chorrada para que todo el colegio nos escuchase y se riesen.

En aquel mismo salón citado al principio - que se hallaba a la entrada del Colegio, a la izquierda -, era donde el tan por todos recordado Fleitas (el canario Manuel Fleitas Santana, ya fallecido), Director del Colegio y a quien todos considerabamos del “Opus Dei” (eran Salesianos), celebraba las misas de los domingos y demás días. Aquellas misas dominicales donde se tocaba la guitarra, se cantaba, se palmeaba a ritmo de sevillanas, …, en principio cuasi obligatorias, eran la antítesis de las misas que daba el cura de mi pueblo, siendo tan vistosas y entretenidas que incluso te entraban ganas de servir como monaguillo.

Recuerdo otra ocasión en que realizabamos un “macabro” juego de agua. Consistía en llenar bolsas de agua en los lavabos de la 3ª planta, donde entonces habitabamos, y dejarlas caer por las ventanas a las personas que pasaban por debajo, desde el edificio del colegio residencial al de las aulas. Pero como las ventanas eran de apertura de hoja horizontal, para quien las dejaba caer le resultaba muy dificultoso ver, de modo que, al extender el brazo, era otro el que indicaba cuando se debía soltar la bolsa. Me tocaba a mi, y cuando me dijeron ¡ahora!, solté la bolsa, yendole a salpicar (no le di de lleno) al Fleitas, que era quien pasaba. Yo entonces miré para abajo a ver a quien le había tocado mi fechoría, siendo que en ese momento el susodicho Director miró para arriba. Nos vimos, pero no llegó a reconocerme, así es que cuando subió a la planta y preguntó por el autor o autores, la mayor parte de los cuales habiamos salido corriendo a otras plantas, se hizo un silencio sepulcral en la planta.

En otras ocasiones, cuando alguién llegaba a la planta buscando al autor de “algo”, simplemente disimulabamos, haciendo creer que estabamos lavando los calcetines en los lavabos, aquellos calcetines que se llevaban días, semanas incluso, metidos a remojo en los lavabos comunitarios para ver si conseguían lavarse solos (los de Castillo eran los que mas duraban en el agua). Que poco gustaba a ninguno el resfregar.

En materia de aseo existía otro elemento fundamental, cual era la lavandería (menos mal que nos lavaban la ropa), que se hallaba en el sotano del edificio final del pasillo central de la Laboral. La ropa sucia la llevabamos en aquellas bolsas de ropa de tela color azul, que tenían cosido nuestro número, como toda la ropa que teníamos y que ya llevabamos marcadas desde nuestras casas (mi número era el 32). La llevabamos los viernes y podíamos recogarla a partir del martes (¿o viceversa?). Cuando la llevabamos llena de ropa sucia por los pasillos aveces jugabamos al futbol con ella, pero cuando la recogíamos, tan dobladita y planchadita, que a nadie se le ocurriese dar ninguna patada.

Estos son pequeños recuerdos, quizás insignificantes, pero que hoy rememoro con cariño. Otro día habrá mas.